VER y MIRAR



  1. Cuando digo que “veo algo”, anuncio que estoy en actitud pasiva respecto de un fenómeno que impresiona mis ojos. Cuando, en cambio, digo que “miro algo”, anuncio que oriento mis ojos en una determinada dirección. Casi en el mismo sentido, puedo hablar de “ver interiormente”, de asistir a visiones internas como las del divagar, o las del soñar, distinguiéndolo del “mirar interno” como dirección activa de mi conciencia. De ese modo, puedo hasta recordar mis sueños, o mi vida pasada, o mis fantasías y mirarlas activamente, iluminarlas en su aparente absurdidad, buscando dotarlas de sentido. La mirada interna es una dirección activa de la conciencia. Es una dirección que busca significación y sentido en el aparentemente confuso y caótico mundo interno.  COMENTARIOS a EL MENSAJE de Silo                                                                                                                                                                                                                                                                                                               El color de la mirada es un tinte emotivo, tan personal, que no siempre sabemos escapar de él para ver lo que sucede o nos sucede, como una oportunidad. Se trata de asociar a nuestro modo de mirar una intención que nos transforma a la vez que transformamos el mundo. Poner énfasis en apoyar lo que va, lo que suma, lo que ayuda, exige RESIGNIFICAR muchas de las vivencias o aprendizajes anteriores. Sin ser ingenuos, optamos por una mirada positiva, al entender que el pesimismo produce una densidad que aterriza en el aislamiento y la falta de sentido.

    La mirada se amplía ante la necesidad. En ese nuevo espacio conquistado por la mirada, entran cosas nuevas, aparecen relaciones distintas a las habituales y la profundidad es el regalo adquirido cuando se busca comprender al otro. A veces, pretendemos cambiar ciertas conductas referidas a otras personas sin modificar la mirada..., y esto no es posible. Solo al INTENCIONAR la acción válida hacia esa persona, la cosa cambia. Hay una apertura afectiva que modifica la mirada sobre ella y esto produce el cambio de conducta mental buscado. Por esto es que el desarrollo interno de una persona está ligado a lo que hace para que su entorno avance.

      La mirada es el foco que utiliza nuestra conciencia para captar e interpretar la realidad. En cada ser humano coge su particular forma y tras ese modo de mirar no sólo existe la propia fisiología del ojo con sus conexiones cerebrales, también la intencionalidad personal que se abre paso a través de ella. 
    En la mirada, que nunca es pasiva, mezclamos mecánicamente sensaciones internas con lo que creemos percibir del paisaje externo. 

    Solo la reflexión sobre la propia experiencia permite ajustar la mirada. Pero será la intención del tipo de persona que queremos ser, la que de orientación a esos ajustes necesarios para evolucionar.

    Si la verdadera sabiduría está en el fondo de nuestra conciencia, todavía quedan muchas miradas por conquistar en esa necesidad de sentido que precisa el ser humano.



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