En una vorágine de cambio permanente braceamos sin hacer pie en el mar turbulento de sucesos no esperados. Esto es porque las creencias en las que nos apoyamos para interpretar la realidad nos son devueltas como restos de un naufragio que no acaba de terminar...
Esta mirada simplista e ingenua que se derrumba, se sujeta en otro sistema de creencias previo heredado del racionalismo pragmático y el individualismo neoliberal. Este esquema de ideación en la cabeza del ser humano corriente se convierte en la engañosa creencia de que poco o nada tiene que ver lo social con lo personal. Así van llegando a nuestra íntima vida personal oleajes de mayor intensidad que nos remueven también adentro. A veces tratando de perseguir imágenes que en otro tiempo nos sacaban de la depresión o el desánimo, nos damos cuenta de que ya no somos como éramos, ni sentimos como antes las cosas. Por ello, el cambio consciente no es solo una opción o posibilidad de elegir entre una cosa u otra, es una necesidad que requiere otro tipo de energía.
Las creencias son verdades subjetivas, convicciones, algo que consideramos cierto sobre lo que construimos nuestra particular mirada de la realidad. La Fe hasta cierto punto es una creencia, pero en la medida que perdemos la referencia de lo conocido se transforma en una fuerza que puede orientar la conducta. Es una fuerza que invita a hacer, a transitar hacia espacios o experiencias que no están ya grabados. Las creencias viven en la memoria, no las cuestionamos, seguimos con ellas hasta que dejan de funcionarnos en el mundo. La Fe nos lleva a buscar, a no dar por válido lo que hemos creído hasta el momento. Las creencias se caen y nos sentimos debilitados. La Fe es una energía que surge cuando uno verifica sus propios cambios.
Si bien las creencias arraigan en lo ya vivido, tratan de dar estabilidad a la conciencia, están en la base de muchos comportamientos y los justifican. la Fe por el contrario es inestable, nos lleva hacia un futuro no conocido pero ayuda a distinguir lo que NO es, de aquello que construye y da coherencia.
Creímos que las guerras, las necesidades, las pandemias, la violencia, eran temas de los países con menos desarrollo. Que la globalización era una forma de quitar fronteras. Creímos que el estado de bienestar y consumo podía desarrollarse sin límites, sin consecuencias. Creímos que tener dinero resolvería cualquier problema y que la Tierra, el Planeta Azul, sería capaz de absorber un cambio climático todavía poco evidente para muchos.
Esta mirada simplista e ingenua que se derrumba, se sujeta en otro sistema de creencias previo heredado del racionalismo pragmático y el individualismo neoliberal. Este esquema de ideación en la cabeza del ser humano corriente se convierte en la engañosa creencia de que poco o nada tiene que ver lo social con lo personal. Así van llegando a nuestra íntima vida personal oleajes de mayor intensidad que nos remueven también adentro. A veces tratando de perseguir imágenes que en otro tiempo nos sacaban de la depresión o el desánimo, nos damos cuenta de que ya no somos como éramos, ni sentimos como antes las cosas. Por ello, el cambio consciente no es solo una opción o posibilidad de elegir entre una cosa u otra, es una necesidad que requiere otro tipo de energía.
Existe una gran energía que puede ser movilizada al servicio de la vida: es la fe. Silo. El Paisaje Interno
Pero la Fe para mucha gente no es más que una creencia vestida de cierto misterio sobrenatural. Sin embargo a nosotros nos parece de interés recalar en sus significados para aclarar ciertas "creencias"..Las creencias son verdades subjetivas, convicciones, algo que consideramos cierto sobre lo que construimos nuestra particular mirada de la realidad. La Fe hasta cierto punto es una creencia, pero en la medida que perdemos la referencia de lo conocido se transforma en una fuerza que puede orientar la conducta. Es una fuerza que invita a hacer, a transitar hacia espacios o experiencias que no están ya grabados. Las creencias viven en la memoria, no las cuestionamos, seguimos con ellas hasta que dejan de funcionarnos en el mundo. La Fe nos lleva a buscar, a no dar por válido lo que hemos creído hasta el momento. Las creencias se caen y nos sentimos debilitados. La Fe es una energía que surge cuando uno verifica sus propios cambios.
Si bien las creencias arraigan en lo ya vivido, tratan de dar estabilidad a la conciencia, están en la base de muchos comportamientos y los justifican. la Fe por el contrario es inestable, nos lleva hacia un futuro no conocido pero ayuda a distinguir lo que NO es, de aquello que construye y da coherencia.
"Siempre que escucho la palabra “fe”, una sospecha brinca en mi interior.
Cada vez que alguien habla de la “fe”, me pregunto a qué sirve eso que se anuncia.
He visto la diferencia que hay entre fe ingenua (también conocida como “credulidad”) y aquella otra violenta e injustificada que da lugar al fanatismo. Ninguna de las dos es aceptable ya que mientras una abre la puerta al accidente, la otra impone su paisaje afiebrado.
Pero algo importante ha de tener esa tremenda fuerza capaz de movilizar la mejor causa. ¡Que la fe sea una creencia cuyo fundamento esté puesto en su utilidad para la vida!
Si logras fe en ti mismo y en lo mejor de quienes te rodean, fe en nuestro mundo y en la vida siempre abierta al futuro, empequeñecerá todo problema que hasta hoy te pareció invencible."
Silo. El Paisaje Interno
Me ha encantado
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