Es tan inconveniente la desadaptación en un medio sobre el que no podemos cambiar nada, como la adaptación decreciente en la que nos limitamos a aceptar las condiciones establecidas. La adaptación creciente consiste en el aumento de nuestra influencia en el medio y en dirección coherente”. Silo
Muchas personas sienten que no van bien, que algo en su vida está descompensado y que necesitarían un cambio. Lo que suele suceder ante este malestar es que la imaginación sugiere ideas con las que compensar dicho estado. La ensoñación y la búsqueda de imágenes que alimentan los deseos se convierten en una constante dentro de la cabeza. Se piensa mal con este ruido de fondo y como consecuencia el cuerpo se tensa y el corazón se agita.¿Qué cambiar? ¿Por dónde empezar? ¿Cómo hacerlo? Son preguntas recurrentes que generalmente tan solo acercan a nuestro "yo" al balcón del vértigo. Desde ese balcón el "yo" o personaje con el que nos identificamos habitualmente, sopesa todo lo que puede perder si cambia. Los temores son los defensores de la conservación y sirven para acallar el atrevimiento de soltar en vez de agarrar.
Gracias a la aceleración en la que vivimos, notamos como nuestra conciencia no puede atrapar la realidad tal cual es. Nunca pudo, pero ahora lo notamos. Y cuando las personas pierden las referencias externas de lo que creen, dejan atrás ciertas ilusiones, el propio personaje se afloja y a cambio descubren una interioridad desconocida.
Un día de repente la interioridad se expresa, a veces tras un ataque de ansiedad o un sueño recurrente. Entonces, nos damos cuenta de tantas sensaciones mezcladas, estados de ánimo variables, sentimientos contradictorios, tensiones inesperadas y atascos que estaban guardados y necesitan ser atendidos.
Por la falta de costumbre, estos problemas nos impactan y la mayoría de la gente los considera muy personales. Pero nada más lejos de la realidad, no son problemas individuales aunque sea así como cada uno lo experimenta. Son sociales porque provienen de una sociedad enferma y deshumanizada que nos enferma y deshumaniza si nos dejamos llevar.
La adaptación creciente contempla arreglar el mundo a la vez que nos arreglamos a nosotros mismos. Curar lo común, lo social, el planeta, lo que trasciende a lo personal, va más allá de la compensación de nuestras carencias, para rescatar lo humano dentro de nosotros mismos.
Solo un modelo de acción social y personal que apunte hacia la coherencia hará posible un trabajo colaborativo, creativo y no violento.
Todo empieza en el interior de cada ser humano, cuando se revela ante la propia tendencia, cuando se valora diferente, por lo que hace, por lo que siente, por lo que piensa que puede ser distinto.
Al hacer coincidir lo que pienso, siento y hago construyo en mi interior la unidad interna que preciso para ir al mundo de un modo nuevo. Seguro que esa dirección más pronto que tarde constituirá el horizonte hacia el que se orienten los caminos de la buena gente.
No podías explicar de mejor manera la realidad que vivimos. Admiro tu capacidad para ver lo que pasa a tu alrededor y analizarla.
ResponderEliminar@Natalia siempre ahí. @Rosa gracias por compartirlo. Un besazo y un fuerte abrazo a las dos (inseparables)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el post Rosa! Es muy certero y recoge realidades a las que nos enfrentamos. Esa búsqueda, ese llenar vacíos se unen a la inmediatez, ahora todo lo queremos ya! Puedo ver algo y lo compro, además me llega el mismo día! Las redes nos dan estímulos continuos que nos anestesia con chispas de dopamina e impiden que conectemos con nosotras mismas, con las necesito reales. Impiden que se valore lo maravilloso de los procesos eso que necesitamos cuando tú dices: hacer "coincidir lo que pienso, siento y hago construyo en mi interior la unidad interna que preciso para ir al mundo de un modo nuevo" un saludo y gracias por compartir
ResponderEliminarMuy bueno Rosa, "Todo empieza en el interior del ser humano, cuando se revela ante la propia tendencia"
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