Conciencia busca espíritu.
En el sustrato más profundo de la Tierra, enormes placas tectónicas flotan a la deriva sobre un magma ígneo. Sin dejar su imperceptible movimiento, chocan entre sí y se desplazan. Al hacerlo, se abren grietas en los suelos, escupen lava los volcanes o se pliegan las grandes montañas.
Algo así debe ser lo que sucede con la espiritualidad... Cada cierto tiempo parece abrirse una grieta que surca la conciencia del ser humano. Por ella irrumpen fuerzas no contempladas que, provocan la caída de viejos mundos o impulsan la creación de otros nuevos.
Imagino al homo sapiens en lo alto de una colina, mirando en la oscuridad de la noche el brillo de las estrellas. Seguramente aquel homínido ya se preguntó por la vida, por los animales, por todo lo que le rodeaba y no alcanzaba a comprender, seguramente también por la muerte.
Hoy el ser humano mira poco a las estrellas, en este momento aciago en el que ilusoriamente cree escapar de su agitación interna consumiendo cosas o huyendo de sí mismo, sería bueno parar. Y en esa parada, reflexionar, volver sobre el camino hecho, para darnos cuenta de que hay otras direcciones hacia las que dirigirnos cuando nos movemos.
Sin duda que esta especie, necesita una transformación profunda, querida y orientada hacia la vida y no hacia la destrucción.
Un salto de comprensión para valorar adecuadamente la importancia de los otros en los cambios que necesitamos producir en nosotros mismos. Los otros no son el problema, son el espejo que me muestra aquello que me cuesta reconocer como dificultad en mí mismo.
Tal vez las personas, que vivimos un rato en este planeta, en este paréntesis espacio-temporal, tengamos que dar sentido a nuestra existencia como si de un juego se tratara, construyendo conscientemente con la propia vida el ser humano que queremos ser.
Y resulta que cada gesto, cada acción, cada pensamiento vinculados a la construcción de algo trascendente da mayor sentido a la vida y disminuye el temor a la muerte.
La alegría nos inunda cuando de repente descubrimos que podemos creer en los otros, en las buenas personas que llevamos adentro y que de algún modo nos empujan, casi sin decir nada, a hacer las cosas como sentimos que queremos hacerlas.
"Una nueva espiritualidad comienza a expresarse en todo el mundo.
No es la espiritualidad de la superstición,
no es la espiritualidad de la intolerancia, no es la espiritualidad del dogma,
no es la espiritualidad de la violencia religiosa;
es la espiritualidad que ha despertado de su profundo sueño
para nutrir a los seres humanos en sus mejores aspiraciones". Silo
Muy bien traido, es una genialidad, gracias
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